Ubicada en el agreste Supramonte sardo, Orgosolo es considerada la capital espiritual del muralismo italiano más combativo.

La región de la Barbagia, a entender de muchos, representa el corazón de Cerdeña. No solo porque ocupa el centro geográfico de la isla, una particularidad siempre curiosa pero que, en esta ocasión, confluye con la mirada más salvaje, ancestral y épica que pueda tener de ésta el viajero que se aventura por un territorio de mesetas entalladas por gargantas abismales, bosques de encinas, enebros, tejos y robles y pueblos abrigados en altivos escarpados calcáreos que alcanzan su cénit en el santuario natural del Supramonte.

Por estos pagos se trabaron las raíces históricas y culturales más profundas, espirituales y fascinantes de la isla. El topónimo barbagia procedería del latín barbarus en referencia a habitantes de la zona que combatieron al dominio de los imperios de Cartago, primero y de Roma, posteriormente. Una impronta que en el curso de los siglos ha fraguado leyendas colectivas de la ancestral resiliencia sarda y, más cercana a nuestra época, una épica del bandolerismo aceptada durante décadas por una parte significativa de la sociedad como sinónimo de rebeldía a las afrentas de la Italia continental y sus lacayos insulares.

El film ‘Bandidos de Orgosolo (1961) del director Vittorio de Seta, penetra en ese mundo fosco de ladrones escondidos en la Barbagia, conviviendo con los pastores de la zona. Mezclando la técnica del documental y el dramatismo cinematográfico del neorrealismo italiano, la película desgrana las peripecias de un pastor acusado injustamente del robo de piaras de cerdos. Acorralado por la policía, el protagonista acaba convirtiéndose en un bandido de verdad. En palabras del crítico de cine Víctor Carvajal “…el filme nos muestra que los pastores de Orgosolo no buscan una identidad, simplemente vivir una tradición cotidiana, y si ésta pretende ser alterada por diversos factores, ellos no se resignarán ni optarán por cambiar su actividad; harán lo que sea para que la coexistencia con su hábitat se mantenga intacta…” 

Ni siquiera la violenta y lucrativa deriva de esta actividad en forma de secuestros que campó por la región hasta bien entrada la década de los 90 del siglo XX, mayoritariamente de la mano de la societtà Anónima Sarda, -entre 1960 y 1997, fecha oficial de su desmantelamiento, se contabilizan 150 secuestros- socavó el más ancestral valor identitario sardo: la comunión del hombre con su territorio, la fortaleza anímica básica que ha permitido a la sociedad sarda resistir todo tipo de embates. 

Nuoro, capital de la actual Barbagia y, especialmente, la población de Orgosolo, han sido los baluartes más contestatarios y persistentes en el tiempo a los desaires y provocaciones exteriores. También los que han tratado con mayor éxito el estigma de la violencia contraponiendo una febril actividad cultural y económica que pone en valor costumbres y productos de la zona de un interés y calidad que trasciende fronteras. En el caso de Orgosolo, además del logro consolidado de esas iniciativas y el atractivo que despierta el paisaje del Supramonte entre naturalistas y amantes del ocio al aire libre, su actual y máxima notoriedad, por la que recibe cientos de visitas de foráneos, radica en la presencia de alrededor de 250 murales pintados en fachadas de casas y tapiales de este pueblo en torno a los 4.000 habitantes. Unos y otros plasman historias colectivas ligadas al territorio, a toda Italia y conduce y se mezclan con otros hitos y sucesos sociales y políticos acaecidos en el mundo contemporáneo.

De alguna manera vienen a la memoria los murales de Penelles, una de las muestras de Street Art más notables de Europa por su potencia visual y calidad artística. Pero a diferencia de las obras visibles en la localidad de Lleida, donde abunda el retrato de personajes, el rescate del folklore y el reflejo de las actividades socioeconómicas del lugar, las de Orgosolo, sin renunciar a esas premisas, tienen el denominador común de un marcado mensaje social reivindicativo y de denuncia. Una mirada extensa y poliédrica del abuso del poder en todas sus formas, en cualquier lugar y de contundente expresión por exponer las luchas en la defensa de los derechos fundamentales de la humanidad.

De hecho, el origen del grafismo mural en Orgosolo no se debe a la chispa de ningún pizpireto creativo. La homogeneidad del mensaje que percibe del visitante tiene su fundamento en el persistente activismo social de sus gentes. En mayo de 1969, el ejército italiano proyectó una base en el municipio. La ciudadanía se rebeló en bloque ante lo que consideraban otro acto de la prepotencia de Roma y ocuparon los terrenos afectados hasta que los militares renunciaron a la idea. Las pintadas y el marcaje de murales de alerta fueron una medida de comunicación muy efectiva entre la vecindad. La imagen de un agricultor sosteniendo un cartel donde puede leerse ‘concimi, non proiettile recuerda aquella protesta popular bautizada como la Rivolta de Patrobello y marcó el inicio de este tipo de misivas gráficas en la Barbagia.

Años después, el profesor Francesco del Casino, proveniente de Siena y destinado a la escuela de Orgosolo, daría carta de naturaleza a esta forma de expresión. Durante el curso de 1975 y en el marco del 30 aniversario de la lucha antifascista propuso a sus alumnos colorear las mortecinas calles del pueblo. La iniciativa fue secundada rápidamente por diversas asociaciones de vecinos, remarcando en primera instancia pasajes significativos de la historia política y cultural de la región y de toda Cerdeña. Sucesivas aportaciones extendieron esta línea de actuación a Europa y el resto de continentes.

Cincuenta años después, el resultado es el disfrute de la mejor galería artística al aire libre en Europa de temática social. Por las calles del pueblo sardo conviven escenas de la vida tradicional de la Barbagia con actuaciones de personajes como Frida Kahlo, el Ché, Rosa de Luxemburgo, Gandhi, Garibaldi, Salvador Allende o Picasso, escenas de luchas obreras, anticolonialistas, de conquistas sociales y sacrificios colectivos, como el sobrecogedor mural que recuerda el dramático y premeditado incendio de 1908 en Nueva York donde murieron 129 mujeres que reclamaban mejoras laborales. Este y otros dramas humanos ligados a las secuelas de las guerras, las luchas de liberación, la inmigración, el genocidio de pueblos entre más problemas sociales templan el ánimo del visitante, que necesitará unas cuantas horas de paseo en el intento de retener los mensajes de las más de 200 obras distribuidas por Orgosolo. Chema Huete y Mercè Duran; Fotos: Ch. Huete i Wikipedia Commons

Fuentes consultadas:

Orgosolo y sus murales

Qué ver en Orgosolo

Sargdegna, murales de Orgosolo

La Rivolta de Patrobello – Wikipedia

La Rivolta di Patrobello -Sardegna.it

Cine maldito, los Bandidos de Orgosolo

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Penelles, capital del arte rural