Estos dos grandes espacios naturales, propiedad del malogrado Douglas Thompkins (*) y su mujer Kris McDivitt, gozan de gran reputación, pero su visita no deja de suscitar reflexiones sobre la propiedad, uso y disfrute de la tierra.
Dos californianos, ella directora general de la empresa de ropa Patagonia, para deportes de montaña y él fundador de Northface y Esprit también de ropa en la misma línea. Después de muchos años de viajes y actividades deportivas relacionadas con la naturaleza en el Cono Sur deciden empezar en 1991 un proyecto conservacionista en Chile, en la zona de Reñihué para revertir un territorio degradado por la deforestación y la ganadería intensiva a su estado nativo. Para ello adquieren una finca de 17.000 ha. Este fue el embrión del Parque Pumalín y de otros que le siguieron, el Corcovado, el Tic Toc, Iberá, el Rincón y finalmente el Patagonia, en total han adquirido más de 814.000 ha. de tierras, mayoritariamente en Chile, pero también en Argentina. Los pormenores se pueden encontrar fácilmente en internet.
La filosofía y la intención siempre fue que estas propiedades privadas fueran de acceso público. Al mismo tiempo que recuperaran su estado original en cuanto a vegetación y fauna y que fueran compatibles con el disfrute de actividades de montaña: senderismo, escalada, kayac… para ello han contado con el asesoramiento de los mejores conservacionistas. Han sido unos grandes divulgadores de su obra a través de libros propios y de colaboraciones con otras fundaciones medio-ambientales en defensa de los territorios vírgenes en contra de la especulación y de los megaproyectos de represas.Finalmente, estos parques serán donados a los respectivos gobiernos a partir del 2020, con unas condiciones específicas de conservación y trato tanto para la tierra como para sus trabajadores.
La visita a los Parques Pumalín y Patagonia es inexcusable. Primero de todo porque albergan tal cantidad de maravillas naturales como puedas imaginar: volcanes nevados, volcanes en acción, ventisqueros inmensos, ríos caudalosos, lagos que no abarcas con la mirada, cerros descarnados y picos de más de 3.000 m. Todo ello accesible, preparado para el visitante normal y para los que buscan desafíos de gran exigencia física.
Dada su extensión y envergadura han sido dotados de áreas de acampada con los servicios básicos: sanitarios, con duchas calientes que siempre se agradecen, «quinchos» techados con mesas tanto individuales como uno colectivo y las parcelas de acampada diseñadas de manera que guardan la privacidad unas de otras. Mencionar que el Parque Pumalín está considerado el segundo mejor camping del mundo y yo no les voy a quitar la razón. Cualquiera de sus áreas: Cascadas Escondidas, Lago Negro, El Volcán y el Ventisquero Amarillo hacen las delícias de cualquier montañero. Además, existen áreas cerradas a los vehículos, sólo para viajeros a pie o en bicicleta, con las mismas facilidades.
El Pumalin se extiende desde Caleta Gonzalo, donde se llega en la barcaza de Hornopirén, y está inserto en el transcurso de la Carretera Austral (Ruta 7) hasta Chaiten. El Parque Patagonia, de más reciente implantación y más pequeño de extensión, sigue las mismas pautas a través de una ruta panorámica, la X-83, de 74 km., hasta el Paso Roballos fronterizo con Argentina. Y ahora la bomba… todo es de libre disposición, menos en el Pumalin en los dos meses de temporada alta a partir del 15 de diciembre (verano austral) en que se paga una cantidad muy inferior que en un cámping convencional. Y después de todas estas constataciones ¿qué es lo que me chirría? En primer lugar, que sólo dos personas puedan comprar tal cantidad de tierras. Me pregunto como lo han hecho y cuánto tiempo han dedicado sus empleados en encajar el puzzle que supone unir finca a finca y más cuando en algunos casos es a lado y lado de la frontera chileno-argentina.
Estos dos ecomagnates suscitaron muchas suspicacias en los gobiernos nacionales al intentar hacer un corredor bajo la misma propiedad a lo largo de la frontera, lógico desde el punto de la soberanía, siempre muy disputada entre ambos países. A mí me preocupa por otra causa: ¿Es únicamente filantropía? Obviamente no tengo la respuesta ni los medios para investigar el fondo de estas fundaciones, pero me da que pensar.
Desgraciadamente tanto en Chile como en Argentina hay ejemplos más que suficientes de extranjeros que han comprado grandes extensiones de tierras. Sin ir más lejos y desde hace cuatro meses, las comunidades mapuches de El Bolsón (Argentina) vuelven a estar revueltas contra Benetton que compró, alambró y expulsó a los nativos que vivían en «sus» tierras con la complicidad de la gendarmería y con nocturnidad.
Los Thompkins, por contra, son apreciados por las comunidades que interaccionan con sus propiedades y muy reconocidos por los gobiernos de Chile y Argentina. ¿Que pasará en 2020 cuándo estos parques «modélicos» pasen a ser competencia de la CONAF (Areas silvestres protegidas del Estado)? Los funcionarios sobre el terreno de la misma, guardaparques y guardafaunas están preocupados y seguros de que con la administración pública no se podrá mantener el nivel de preservación y de calidad que poseen ahora, y sin embargo esta es una de las condiciones que impone la cesión de estas propiedades al estado.
Por mi parte desearía que desde la institución se mantengan los esfuerzos que se han hecho por preservar espacios de alto valor ecólogico, sin menoscabo de la protección e inversiones en los millones de hectáreas de Reservas y Parques Nacionales que administran. Mercè Duran