Los casi 1.300 kilómetros que cubre la Carretera Austral, la Ruta 7 en el mapa caminero chileno, desde Puerto Montt hasta Villa O’higgins, son una invitación continua al descubrimiento de parajes insospechados y de una belleza sublime.i
Arroyos y riachuelos de aguas límpidas, cantarinas y brillantes como un espejo; ríos caudalosos, de aguas tumultuosas, de colores lechosos, oscuros o de azul turquesa resplandecientes, deslizándose con furia entre rocas y angostos cañones. Esteros profundos, fiordos, lagos y lagunillas, cascadas y saltos vertiginosos al vacío de cientos de metros de tantos nombres y sin nombre que uno pierde la cuenta en pocos días. Bosques lluviosos, centenarios, siempre verdes, impenetrables, protegiendo al puma y sobrevolados por cóndores. Masas densas de arrayanes, maitenes, lengas, coihues, araucarias y aleces milenarios aferrándose a picos gallardos y volcanes majestuosos donde cuelgan ventisqueros (glaciares) y neveros sempiternos. Unas veces se precipitan al vacío, otras llegan al mar o grandes lagos para mostrar sus hielos milenarios o extienden sus morrenas por llanos y valles ofreciendo secretos que el visitante debe descifrar.
En medio de este escenario singular y sublime, tratando de hilvanar esa gigantesca obra de la Naturaleza, discurre la Carretera Austral, la Ruta 7 en el mapa caminero chileno, de Puerto Mont a Villa O’higgins. Muchos la consideran entre las cinco carreteras más panorámicas y sorprendentes del planeta. Por ello, los 1.247 kilómetros que cubre este camino medio asfaltado, medio de ripio, en permanente reparación en muchos tramos por la crudeza del clima y las deficiencias de construcción iniciales, pueden multiplicarse fácilmente por dos o tres. Ello dependerá de la capacidad de resistencia que muestre el viajero a la tentación de internarse por cualquiera de los ramales secundarios que parten hacia la costa del Pacífico o trepan hacia oriente en busca de un paso por los Andes. Nosotros, totalmente rendidos a la belleza escénica de esta ruta y sacando el máximo partido de la movilidad de nuestro camper Puyehue para recorrer las ramificaciones secundarias, contabilizamos unos 3.460 kilómetros, casi dos meses de viaje. Y volveríamos a repetir, ¡seguro!
Un gran panel verde clavado en la costanera de Puerto Montt marca el inicio de esta carretera proyectada en tiempos de la dictadura militar de Pinochet (de ahí también que, algunos, se refieren a ella como ‘La Pinochet’) con la idea de afirmar la soberanía nacional en los territorios más alejados. Los primeros kilómetros hasta salvar el Estero de Reloncaví son asfaltados, pero las panorámicas sobre la cordillera son suficientes para despertar las primeras dudas ¿Seguir adelante con la idea de tomar las barcazas que sitúan en posición de visitar los renombrados parques Pumalin y Queulat… ¿O desviarse por unos días para recorrer los intrincados y salvajes caminos de los poco conocidos parques nacionales Alerce Andino y Hornopiren? En nuestro caso, podeis imaginar la decisión…
Las caminatas por estas dos joyas andinas caracterizadas por una vegetación de tipo selva valdiviana, lluviosa, son de primera, exigentes en algunos recorridos, pero aportan una comprensión del territorio que el viajero agradecerá más adelante. El esfuerzo queda recompensado con creces ante la descubierta de bosques vírgenes conteniendo ejemplares de coihues y alerces que alcanzan los 50 y 60 metros de altura y edades que superan los 2.000 años. Las montañas circundantes se elevan bruscamente por encima de los 2.000 metros, albergando lagos de ribas exuberantes y algunos glaciares de consideración entre sus cordeles, como el del volcán Yates.
La travesía del fiordo Leptepu, con desembarco en Caleta Gonzalo, recepción natural del Parque Pumalín, permite prolongar esas observaciones y notar como el termómetro de la aventura de recorrer la Ruta Austral aumenta de temperatura. Junto al confort de los que viajan en casillas rodantes -autocaravanas-, campers 4×4, pickup, TT, están motards y ciclistas, los más osados, dispuestos a sufrir las penalidades del ripio, sus piedras, el barro y la temida calamina, el azote del viento omnipresente, las lluvias casi diarias, el riesgo de averías en medio de ninguna parte. Cualquier penalidad será aceptada porque llegar al embarcadero de Villa O’higgins -donde concluye oficialmente la Ruta 7- es una experiencia que merece ser vivida.
Los parques nacionales de Pumalin (ver artículo relacionado) y Queulat están considerados los espacios naturales de mayor atractivo e interés de la sección Norte de la Carretera Austral antes de alcanzar Coyhaique, centro neurálgico de la región de Aysén. El primero, de propiedad privada y disfrute público, abarca cerca de 3.000 km2 de bosques húmedos prácticamente vírgenes, lagos, ríos y glaciares en torno a la imponente mole del volcán Michinmahuida. Si se está medianamente en forma, es recomendable aproximarse al frente del Ventisquero Amarillo, glaciar principal del volcán.
También es posible ganar la cima del latente volcán Chaitén en una experiencia que no deja de ser ciertamente excitante. La ascensión por la cara noroeste, con algunos tramos rudos, se realiza en medio de fumarolas, olor a azufre y un paisaje sobrecogedor de bosques muertos por asfixia y el calor generado por la erupción de 2008, que también arrasó la población homónima, distante unos 15 km. Más hacia el sur, el viajero podrá apreciar más muestras de este tipo de cataclismos naturales y sus consecuencias. Los más conocidos y apreciables desde la misma Ruta Austral (Mirador Confluencia, al sur de Coihaique), son los causados por el volcán Hudson (2.600 m.)
En su última gran erupción, acaecida hace 25 años, la gran nube de ceniza despedida traspasó los Andes, llegando hasta poblaciones argentinas como Perito Moreno, distante 170 km. Las secuelas primeras de su trayectoria fue la ruina de pastos, bosques, la muerte de más de medio millón de cabezas de ganado e inundaciones por el deshielo súbito de glaciares. Este último hecho volvió a reavivar el debate sobre la propiedad y la gestión del agua en Chile. La Patagonia es una gran reserva de agua dulce, de las mayores del planeta al aire libre, que está amenazada por la voracidad de las compañías hidroeléctricas y fondos de inversión (en Chile, la propiedad del agua es mayoritariamente privada) que esperan construir presas y líneas de alta tensión. Si tomamos cualquier ramal que sube a los Andes, como el remonte de las cuencas de los ríos Palena, Futaleufú, Lago Verde o conversamos con habitantes de esas localdiades y las vecinas de La Junta, Puyuhuapi, etc… obtendremos, como suele decirse, una ‘buena foto’ de esta amenaza que pretende hipotecar el futuro de la Patagonia con muros de hormigón y torres de electricidad. También podemos obtener buena documentación al respecto en los centros de información del Parque Pumalin, como el de Puma verde, en el acceso sur.
En fin, antes de dejar esta reserva no hay que desperdiciar los múltiples senderos que nos sumirán en frondosos bosques poblados de alerces y coihues gigantes.
El PN Queulat es una sinfonía de picos cubiertos de nieve y hielo que se precipitan al vacío, como el famoso Ventisquero Colgante, dando origen a lagos y cursos de aguas bravas que riegan densos hayedos. Caminatas inolvidables por bosques que nos parecerán encantados y, al igual que en el Pumalin, estancias de primera a bordo de un camper…
Coyhaique, la capital de la región de Aiysén, viene a ser el ecuador de la Carretera Austral. Además de lugar propicio para aprovisionarse y llevar a cabo tareas de mantenimiento de nuestro vehículo, es una plataforma ideal para descubrir espacios naturales significativos próximos como las Reservas Nacionales del Valle del Río Simpson y Dos Lagunas antes de deleitarse con la agreste RN Cerro Castillo y sus tupidos hayedos, antesala del Campo de Hielo Norte.
Por cierto, antes de llegar a Coihaique, pasada la pequeña población de Mañihuales, la Ruta 7 se divide en dos; derecho, por asfalto, bonitas vistas siguiendo el curso del caudaloso río Sipmson; a la izquierda, por ripio en dirección Villa Ortega, se sigue el trazado original de la Carretera Austral, que descubre parajes singulares como el Cerro Mano Negra o el Valle de la Luna.
Por aquí los vientos del oeste suelen desatarse con furia en unos parajes deforestados. En su avance, los campers parecen flanes a punto de desmoronarse. Pero lo que más duele y admira es ver el esfuerzo titánico de ciclistas enfrentándose a las Cuestas del Diablo y de Alvarado o las secciones rompe piernas de Cerro castillo mientras las tormentas descargan su mala leche acumulada en las alturas. Los motards también deben ir con cuidado, una ráfaga puede tumbarlos en la banquina en cualquier instante.
Río Tranquilo, a orillas del Lago Chelenko –‘Lago de las Tempestades’ en lengua mapuche y ahora oficialmente bautizado como General Carrera- que más bien parece un mar por su extensión -es el segundo de Sudamérica tras el Titicaca- es otra parada obligatoria. Viene bien dejar el vehículo aparcado tras unas cuantas horas de tránsito por una calamina infernal -serrucho o tôle ondulée, según procedencias- y relajarse descubriendo en lancha o kayak las ‘Capillas de Mármol’, un capricho de la naturaleza en los acantilados del lago.
Pero no hay que tener prisa en poner rumbo sur de nuevo apremiados por las informaciones recogidas sobre el fabuloso río Baker, el más caudaloso de Chile, o el vertiginoso y equilibrista recorrido sobre la ribera sur del lago Chelenko hacia Chile Chico. Tiempo encontrará el viajero para dejarse seducir por las aguas de un azul turquesa intenso del Baker y regocijarse desde los acantilados de la ribera sur del lago General Carrera. Hacia el oeste parte de uno de los ramales secundarios que ofrece algunas de las mayores satisfacciones de todo el recorrido. Son cerca de 80 kilómetros de pista hacia Bahía Exploradores con avistamientos extraordinarios a cada viraje sobre montañas graníticas de una verticalidad absoluta, ríos bravos, cascadas y ventisqueros colgantes. A medio camino surge la oportunidad de disfrutar del glaciar Exploradores, magnífico en las formas serpenteantes de su descenso de las montañas. Recorrerlo parcialmente es posible con la ayuda de un guía cualificado.
Si el presupuesto acompaña, al final del camino, podemos embarcarnos rumbo al Parque Nacional San Rafael (contratación previa en Río Tranquilo). Es la única forma de acceder a su brumosa laguna y contemplar pletóricos el poderío de su glaciar de hielos azules de un frente de tres kilómetros y paredes superiores a los 60 metros. La excursión, de una jornada completa, con navegación por río y mar abierto, sorteando icebergs, es fascinadora y nos sitúa en el Campo de Hielo Norte. Si el tiempo es benévolo, podremos apreciar el Monte San Valentín, máxima altura de la Patagonia con más de 4.000 metros de altitud y el glaciar Grosse, colgante de sus agujas.
El tramo final de la Carretera Austral, desde Cochrane – no obviar una visita a la vecina Reserva Nacional Tamango, feudo de huemules, símbolo del emblema patrio chileno– a Villa O’higgins (440 km. aprox.) es tal vez el de mayor belleza escénica… si es que se puede destacar uno sobre otro. El ramal que unos 60 km al sur de Puerto Traquilo parte hacia Chile Chico bordeando el lago Chelenko por el angosto Paso de Las Llaves es memorable en su más de un centenar de kilómetros dibujando virajes al contorno de precipicios.
No obstante, a diferencia otros sectores de la Ruta 7, éste cuenta con el aliciente que debe desandarse pues no hay paso para vehículos a motor con la intención de pasar a Argentina una vez llegados a la Villa O’Higgins. Ello es privilegio únicamente de caminantes y bikers dispuestos a recorrer el fatigoso tramo fronterizo de Chile a Argentina entre Candelario Mancilla y la laguna del Desierto.
El camino avanza entre bosques de cipreses, cascadas, lagos, fiordos y ríos bravos y salvajes, como el Nef y el cautivador y ya citado río Baker. También aguardan poblaciones curiosas como Caleta Tortel, donde las calles han sido sustituidas por pasarelas de madera (ciprés de guaiteca)
La Carretera Austral finaliza 7 km al sur de Villa O’higgins, en Bahía Bahamonte, en la misma ribera del lago O’higgins, tras 1.247 kilómetros de trazado desde Puerto Montt. A partir de ese punto solo es posible continuar navegando y desembarcar en algún punto como el minúsculo enclave de Candelario Mancilla para iniciar caminatas hacia los glaciares del Campo de Hielo Sur. Con las pilas bien cargadas, seguro que el camino de vuelta hacia Cochrane, si nuestra intención es pasar a Argentina por el Paso Roballos, nos resultará delicioso y podremos afinar en los detalles de percepción. Tiempo añadido, precioso, para volver a deleitarse con uno de los más hermosos recorridos que ofrece la Patagonia.
Apuntes prácticos.-
Enlaces de interés:
www.conaf.cl (información sobre parques y reservas nacionales de Chile)
www.sernatur.cl (servicio de información turística de Chile, con especiales sobre la Ruta 7)
www.chile.travel.cl (informaciones turísticas generales sobre Chile)
www.welcomechile.cl (informaciones turísticas generales sobre Chile)
www.chile360.cl (información turística general sobre Chile, con especiales sobre la Ruta 7)
www.chileestuyo.cl ((informaciones turísticas generales sobre Chile)
www.parquepumalin.cl (informaciones sobre este espacio natural)
www.recorreaysen.cl (información práctica sobre la región de Aysén y la Ruta Austral)
www.senderodechile.cl (informaciones prácticas senderos largo recorrido de Chile)
www.carretera-austral-en-auto.cl (cartografía sobre la Ruta 7)
Notas sobre la ruta Austral:
- La mejor época para recorrer la Carretera Austral es de noviembre a marzo, a más estirar finales de abril. Fuera de esta época los servicios de barcazas, restauración alojamiento, etc… se reducen considerablemente y aumenta el riesgo de nevadas. Septiembre y octubre también son meses aceptables para transitar, pero los vientos son más intensos. Las lluvias están aseguradas en cualquier estación y con ellas el riesgo de derrumbes, riadas y cortes de la carretera. Un entretenimiento, vamos…
- Hay estaciones de servicio en las principales poblaciones, pero conviene saber que el precio del combustible se incrementa conforme nos alejamos de Puerto Montt hasta Coyhaique. De este punto a Villa O’higgins sucede otro tanto.
- Es recomendable llevar dos ruedas de repuesto y utilizar presiones TT para mitigar las sacudidas de los tramos de calamina. Revisar regularmente anclajes y tornillería de la suspensión y la dirección.
- Extremar la vigilancia sobre los mordientes del terreno en los márgenes de la ruta pues, dado la forma cóncava de la carretera y con muchos agujeros en el centro, la tendencia es circular ceñido a la cuneta.
- Talleres mecánicos: Al margen de Puerto Montt, Coyhaique, en el ecuador de la ruta, es la población que ofrece más alternativas. El Taller de Juan Vera (Lautaro con Las Quintas), es una buena recomendación en caso de necesidad.
- Gas: También en Coyhaique, para los que anden con algún problema técnico: Gasfitería Orion Polufusion (Los Cohiues 986)
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