En la época más dorada y épica del Turismo de Carretera, los coches eran más famosos incluso que sus pilotos, aunque fueran de la talla de Galvez, Emiliozzi o Fangio. Como ‘La Federica’, un Ford V8 de 1938 que he tenido la inmensa suerte de disfrutar.

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Aquellos tiempos correspondieron a las décadas de los 40 a los 60 del siglo pasado, cuando las pruebas del Campeonato de Turismo de Carretera (TC) –ver artículo relacionado– traspasaban con frecuencia las fronteras de Argentina. Los recorridos constaban de miles de kilómetros por toda suerte de rutas, de la pampa al altiplano, de la estepa a los bosques lluviosos. Los autos eran tan duros y súper fiables que resistían varias temporadas en activo, alcanzando una notoriedad que superaba incluso la fama de los mejores pilotos de la categoría, aunque se tratase del mismísimo Fangio.

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Muchos de aquellos coches, –cupecitas como se les denominaba cariñosamente en referencia a su carrocería coupé- eran bautizados en honor de la procedencia del equipo, del preparador, por su aspecto o en reconocimiento de algún amigo o pariente próximos. ‘La Negrita’, ‘El Tractor’, ‘’La Coloradita, ‘La Garrafa’ –uno de primeros sport prototipos de transición, realizada sobre un Bergantin por los hermanos Bellavigna-, etc. fueron algunos de los nombres más ilustres. Aunque el más famoso fue ‘La Galera’, el auto de los hermanos Emiliozzi, Dante y Torcuato, pluricampeones del TC. ‘La Galera’, un Ford V8 coupé, estuvo en activo 17 temporadas, el equivalente a 158 carreras. Debutó en abril de 1950, en el rally ‘Mar y Sierras’, cosechó 42 victorias, fue el primer auto en lograr un promedio en carrera superior a los 200 km/h y llevó a los Emiliozzi a la consecución de cuatro campeonatos seguidos, de 1962 a 1965.  Actualmente, este coche, junto con otras leyendas del automovilismo argentino, puede verse en el Museo Municipal Hnos. Emiliozzi situado en la ciudad de Olavarría, a unos 350 km de Buenos Aires y que con el de Manuel Fangio, en Balcarce, ofrece un visión bastante completa del TC.

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`La Federica` es otro legado histórico del Turismo de Carretera. Su palmarés deportivo es mucho más discreto, pero a punto de cumplir 80 años de existencia conserva toda la emotividad y energía del TC más genuino, cuando pilotos y mecánicos eran los propios preparadores del coche y las peñas de amigos ayudaban económicamente en su construcción. La amistad y la proximidad eran los referentes de todos los implicados. Los coches eran el fruto de una pasión colectiva y como parte del grupo eran bautizados con nombres propios o apodos cariñosos. Los coches tenían alma.

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Tuve la suerte de toparme con esta cupecita Ford V8 T1 de 1938 en Puerto Madryn, con ocasión de la celebración de un rally de regularidad para clásicos. Gracias a la gentileza extraordinaria de su actual propietario Horacio Martínez no solamente pude palpar la pasión del TC original a través de sus palabras, sino también disfrutar por unos kilómetros del temperamento de ‘La Federica’. Fue una mañana emotiva, amigos, os lo aseguro.

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En principio, Horacio apuntaba por un Chevrolet de 1940, similar a la que había corrido en sus años mozos en compañía de un amigo. Pero al “estar floja de papeles”, como dicen por acá cuando un coche no tiene la documentación totalmente en regla, apuntó en otra dirección. La suerte sonrió a este petrolero jubilado de Comodoro Rivadavia cuando por intermediación de un familiar próximo tuvo conocimiento de la existencia de un Ford V8 coupé del TC en perfecto estado y con los papeles al día. Martínez se puso en campaña y bien asesorado y -obviamente-armado de un buen fajo de billetes se hizo con el auto al que, siguiendo el ritual del TC, bautizaría como ‘La Federica’ en homenaje a un gran amigo.

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Desde un punto de vista técnico, ‘La Federica’ ha sufrido algunas modificaciones a lo largo de su vida. El vehículo fue construido en los Talleres Apesteguía, en la localidad de Carmen de Areco, a unos 100 km. de Buenos Aires y rehecho por completo a finales de los 90. Sustentado sobre un bastidor de largueros y travesaños muy rigidizado, el motor original V8 de este Ford Coupé T1 fue reemplazado por un bloque seis cilindros en línea y 3,6 litros del Falcon Sprint, versión que tenía un árbol de levas más cruzado. La potencia roza los 140 CV y va asociado a una caja de cambios ZF de cuatro relaciones que envía el par motor al eje trasero a través de un diferencial Dana. El consumo roza los 15 litros de promedio cada 100 km.

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La suspensión de carácter mixto –eje rígido mediante ballestas semi elípticas, detrás; independiente, delante- ha sido dulcificada en sus reacciones con la instalación de unos amortiguadores hidráulicos en las cuatro ruedas y muelles helicoidales en el tren delantero en lugar de los resortes de fricción propios de la época.

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De forma provisional, en lugar de las ruedas originales de 6.50×16 o 300×16 que se montaban en el TC de época, ‘La Federica’ equipa llantas de 15” con neumáticos de 195 limitados a una velocidad de 140 km/h. Esta modificación es responsable de la instalación de un tacógrafo en lugar predominante en el tablier. Horacio no quiere líos en este aspecto.

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El habitáculo mantiene la configuración original, de dos plazas, como la instrumentación, pero tanto la seguridad como el confort ha sido reforzadas y mejoradas. Por ejemplo, `La Federica´ cuenta con un arco de seguridad de seis puntos y arneses. Los asientos, antaño banquetas de madera como en los cines de barrio, han dado paso a unos baquets deportivos y el viejo volante de pasta y gran diámetro es de nueva hornada. El tapizado y los revestimientos perpetúan el color rojo original confiriendo una gran alegría al interior. Detrás, el espacio liberado de recambios, herramientas, aceite y gasolina con la que cargaban las cupecitas en carreras maratonianas del TC posibilita llevar un buen equipaje.

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Ahora, solo o acompañado de la familia, Horacio está reescribiendo nuevas historias en la dilatada hoja de servicios de la cupecita ‘La Federica’. Revive algunos recorridos del TC, como la largada entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia y de forma habitual participa en pruebas de regularidad para coches históricos. Me recuerda que, en 1948, en una prueba del TC, cuando las rutas eran de ripio y tierra, coches como ‘La Federica’ cubrían los 1.800 km. aproximadamente que separan las ciudades de Comodoro Rivadavia y Buenos Aires en apenas 12/13 horas, con promedios de 150 km/h. “Eran carreras de motores y manos”, asegura Horacio. Hoy, con la facilidad del asfalto pero manteniéndose dentro de las tolerancias legales de velocidad, ese mismo trayecto, que Horacio acaba de cubrir con ´La Federica’, no baja de las 18 horas.  Eso sí, la palabra ‘non stop’ ha quedado aparcada. Toca disfrutar, ver el paisaje y sentir el sonido vigoroso y contundente proveniente del escape 6 en 1… dificil de resistirse. Chema Huete

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Nota.- Mi agradecimiento a Horacio Martinez y el Museo Municipal Hnos. Emiliozzi por las facilidades otorgadas.