ADAPTACIÓN CONTÍNUA. La presencia de niebla, hielo o nieve son factores climatológicos que pueden dificultarnos un viaje o una simple excursión, incluso acentuarse en las horas de circulación nocturna propias de la época invernal.

La tracción integral es una ventaja indiscutible para circular con mayor seguridad y eficacia sobre cualquier superficie, pero no es un arma infalible para salir airosos si no mantenemos la concentración, adecuamos la marcha a las condiciones del piso y actuamos conforme a las características de nuestro vehículo.

Como suele decirse, la experiencia es un grado. Por ello, la previsión, esa actitud que macera con el tiempo y que hemos antepuesto a cualquier maniobra de emergencia, vuelve a ser capital en una circulación en condiciones difíciles, bien sea debido a la lluvia, la niebla o el hielo. O, simplemente, porque nos toca circular de noche -según las estadísticas, cuando más accidentes se producen- y hay que asumir las lógicas limitaciones de visibilidad y, eventualmente, la aparición del cansancio acumulado durante la jornada.

En vías convencionales, sobre asfalto para entendernos, cuando la adherencia o la visibilidad disminuyen, no basta sólo con mantener una distancia de seguridad adecuada a la velocidad y las condiciones de la calzada. Además de observar una actitud al volante respetuosa con los demás -distancia de seguridad o alumbrado adecuado, por ejemplo-, debemos ser preventivos. Más que nunca, los mensajes que enviamos sobre nuestras intenciones –cambio de carril, adelantamientos, giros, etc.– deben ser emitidos con claridad, sin exagerar la nota, y con anticipación. Asimismo, hay que saber interpretar los movimientos de otros conductores y facilitarles la labor, aunque –si se produjera– no estemos de acuerdo con su proceder porque entendamos que han sido agresivos en sus maniobras, llevaban las luces “largas” de forma innecesaria, o lo que sea. Entablar una “guerra” de claxons, luces y aspavientos nos aparta de lo esencial: nuestra seguridad y la del resto de usuarios de la calzada en ese momento.

También, al margen de la técnica de conducción desarrollada, es básico adecuar la marcha a las características de nuestro vehículo, sea o no 4×4. Bajo la lluvia, por ejemplo, un camper /AC o TT con un centro de gravedad elevado o lastrado con una buena carga no debe ser conducido con la misma intensidad que un ligero crossover. De la misma forma que cualquier vehículo con neumáticos súper anchos, proclives al aquaplaning por su menor presión al suelo, no puede ser manejado con la misma alegría, también sobre la nieve, que otro equipado con gomas más estrechas, unos buenos neumáticos M+S, mejor unos invernales, o sencillamente, con una banda de rodadura más esculpida.

No obstante, con independencia del vehículo, existen unas pautas de comportamiento universales que deberíamos seguir cuando las condiciones del viaje se extreman. Una de las situaciones más habituales es la lluvia, enemigo acérrimo de la estabilidad del vehículo y a la que hay que saber acomodarse. La principal e inmediata consecuencia de su presencia es la disminución del coeficiente de adherencia del asfalto, que puede llegar a ser un tercio de su valor en seco. Ello implica mayores distancias de frenado y una menor adherencia lateral que conviene tener presente al abordar virajes.

Otro peligro en días de lluvia es el aquaplaning. Es un fenómeno causado por la acumulación de agua en la calzada que el neumático no puede drenar. Este pierde el contacto con el suelo, alterando la direccionalidad del vehículo, provocando incluso en los casos más agudos la pérdida de su control. La velocidad excesiva y el desgaste de la banda de rodadura de los neumáticos incrementan ese riesgo de forma notable, sin necesidad de que lleguen a formarse charcos.

Preventivamente, debemos desconfiar de cualquier ondulación y depresión del asfalto, pues si nos vemos afectados de lleno (el primer síntoma es una súbita ligereza del volante) la resolución no deja de ser una lotería. En cualquier caso, el procedimiento correcto sería mantener el volante fijo, aligerar la presión del gas de forma suave y esperar que las ruedas recuperen la adherencia. Por el contrario, si el aquaplaning es parcial, de un lado del vehículo, sí que podemos intervenir para mitigar las consecuencias. De nuevo, el volante nos avisará de la anomalía con un pequeño tirón y el coche tenderá a marchar hacia el lado de la rueda directriz que ha perdido adherencia. Hay que mantener el volante recto y suavizar la presión sobre el acelerador, pero sin cortar y, sobre todo, sin frenar. Esto último acentuaría la tendencia del coche a pivotar sobre sí mismo al aligerar el tren trasero. 

La niebla, cuando se presenta, es una compañera de viaje incómoda. Algo así como la “santa compaña”, vigilante, al acecho, parece aislarnos del entorno, ocultando cualquier rastro identificativo del paisaje y señales preventivas de nuestro camino.

Por ello, al igual que sucede bajo una cortina de agua, debemos hacer hincapié en ver y ser vistos por los demás, adecuando nuestra señalización a las condiciones ambientales del momento. De la misma manera que el alumbrado de cruce no sólo sirve para iluminarnos de noche –en un día de verano, cuando la luz es muy vertical y los volúmenes se difuminan, puede resultar muy útil anunciar nuestra presencia en la carretera con el alumbrado de posición o, incluso, el de cruce-, la circulación en estas circunstancias requiere un hábito para combatir la reflexión de la luz producida por los millones de las minúsculas gotas de agua suspendidas en el aire. Así, cuanto más bajo esté posicionado el haz de luz, menos reflejos tendremos y más aumentará la profundidad de nuestro campo de visión. El recurso único de los llamados faros antinieblas es el idóneo, y mejor si ofrecen una luz amarilla.

La segunda cuestión básica bajo niebla es mantener una distancia de seguridad apreciable y tener presente que el tiempo de reacción se incrementa notablemente. Como práctica, una buena distancia es aquella en la que apenas distinguimos las luces del vehículo que nos precede. Y mucho cuidado en la circulación en grupo; tan peligroso es estar demasiado cerca, como tener un coche enganchado. Evita esa situación, sobre todo si detrás llevas un camión; en caso de apuro, él no frenará como tu camper/AC/TT.

Finalmente, el tercer elemento perturbador del orden natural es la nieve. Al loro con las apariencias. Al margen de que todos deberíamos llevar un juego de cadenas completo (4 ruedas), el quid de la cuestión pasa por determinar el estado de la nieve. Si es fresca, tendrá un índice superior de adherencia que una ya pisada y que, probablemente, pasada una noche, se habrá helado. Un brillo más más apagado, con tonalidades grisáceas son evidencias de un firme congelado. Este extremo supone una lotería total y es importante reducir al máximo la velocidad. En cualquier caso, hay que proceder como una situación de escasa adherencia: movimientos suaves de volante, tratar con mimo el pedal del gas y ser constantes en la presión, evitando acelerar en los virajes. Utiliza el freno motor en los descensos siempre que puedas, pero ten en cuenta que, si el vehículo responde a las insinuaciones del volante, es que hay adherencia y puedes recurrir a los frenos, casi obligado con cambio automático. No obstante, si te ves apurado, el vehículo no responde y se presenta una curva, trata de dirigirte hacia la cuneta -al margen que ofrezca una mayor sensación de seguridad, vigilando el cruce en las vías de doble sentido-, hasta que las ruedas más próximas a la zanja desciendan un poquito. El roce de la nieve con los bajos del coche, ayudado de la diferente consistencia del suelo que pisan unas ruedas y otras, ayudan a frenar el coche. En carreteras de montaña, con fuertes pendientes o puertos, si no lo ves claro, además de tratar de sacar el máximo provecho al freno del motor, recurre a los controles de descenso o las reductoras si tu vehículo las tiene. Salvo que estés compitiendo en el trofeo Andros, no te van a dar un premio por llegar antes…ten lo claro ante la perspectiva de pasar un rato al raso.

La circulación en condiciones atmosféricas o climatológicas adversas implica, además de dotarnos de recursos de conducción adecuados al momento, prever el equipo para el vehículo y las personas y familiarizarse con su manejo para solventar complicaciones.

Estas pautas de comportamiento comienzan por el buen mantenimiento del vehículo: niveles, líquidos, frenos, sistema eléctrico y de iluminación, con especial atención a la batería y el estado de los grupos ópticos. También hay que vigilar que las escobillas limpiaparabrisas estén en perfectas condiciones, así como los neumáticos (presión y estado de la banda de rodadura). En este apartado, aunque la monta de neumáticos M+S es corriente entre los vehículos de tracción integral, considera seriamente el montaje de neumáticos de invierno si frecuentas zonas de bajas temperaturas, en torno a los 7º C o por debajo. Ganarás mucho en tranquilidad (seguridad) y confort de conducción pues el vehículo mejorará su estabilidad, así como su capacidad de tracción y de frenada.

En cualquier caso, de forma inexcusable, lleva contigo un juego completo de cadenas. Si tienes que comprarlas, prioriza unas de buena calidad -fíjate que cumplan la normativa europea en su etiqueta- y que presenten un diseño romboidal para la banda de rodadura. El camper/AC/TT estará más sujeto sobre pendientes heladas, particularmente laterales y también ganará en motricidad. Junto a las cadenas, que también son un excelente aliado para el barro, deberíamos añadir -todo el año- un equipo de rescate compuesto al menos por una eslinga y sus correspondientes grilletes junto a unos guantes de trabajo y una pequeña pala para ayudar en tareas de desatasco. Otros materiales a llevar encima son la rasqueta para quitar el hielo del parabrisas (si no, una tarjeta de crédito servirá… mejor si es una vieja) y algo de alcohol para acelerar el proceso.

Los buenos hábitos continúan con el llenado del depósito de combustible antes de lanzarse a una carretera de montaña o cualquier pista alejada de núcleos urbanos. Una buena norma es proceder al repostaje completo cuando el nivel del depósito baja a la mitad de su capacidad. En los vehículos diésel, si prevemos que la temperatura puede descender de -12ºC, es aconsejable verter anticongelante en el depósito para evitar la cristalización de la parafina que podría obstaculizar el flujo de combustible. Si vas a viajar largamente por países de climatología fría severa, además de un buen aislamiento de todos los conductos, considera la incorporación de dispositivos de calefacción previa del combustible -tanto en el depósito como en el filtro- y del líquido refrigerante del motor.

Igual que hemos procedido con el vehículo, hemos de cuidarnos nosotros. Es recomendable tener el agua de boca al abrigo de congelaciones, bien sea porque está bien protegida, porque hemos previsto dispositivos calefactables en los depósitos exteriores -y sus conductos, aislados- o hemos añadido anticongelante específico para agua potable. Es buena idea también, aunque viajemos en un camper bien equipado, llevar estudiado un kit de abrigo específico (manta, gorro, guantes, botas, impermeable, ropa térmica, etc. …) por si nos sorprende una tormenta que nos obliga a parar, nos deja inmovilizados (a priori es difícil prever cuanto puede durar una situación de este tipo) o, en el peor de los escenarios, debemos marchar a pie. Junto con el móvil bien cargado, es deseable contar con alguna batería de litio de recarga auxiliar y una linterna LED con función SOS. Tampoco debe faltar un botiquín de primeros auxilios para prevenir pequeñas contingencias. En los artículos publicados sobre la preparación de viajes relacionados al final de esta nota encontrareis información detallada de cada uno de los aparatados señalados anteriormente.

Finalmente, nuestro agradecimiento por sus sugerencias, soporte técnico y aporte de material gráfico para la confección de este especial sobre conducción en condiciones adversas a Garaje Martínez, (especialista en sistemas de calefacción y AA), Greloland (escuela de conducción off  y seguridad vial). Uro Camper (reputado constructor de células y equipamiento camper) y el fabricante de neumáticos Michelin. Todo ello aderezado por las experiencias de viajeros curtidos como las parejas Fréderic y Emma y Héctor y María cuyas vivencias y consejos podeis conocer en sus sites Némesis 4×4 y Traveling Queca, respectivamente. La juventud y la vitalidad vienen de la mano de Oriol Carders  y su furgo blanca super preparada. A Oriol lo encontrareis activo en las redes sociales. Gracias, amigos¡¡

Seguiremos con el uso de las cadenas, material de rescate y consejos sobre conducción off road en hielo y nieve. Salud y buena ruta a tod@s.

Por Chema Huete

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